sábado, 14 de junio de 2008

Poema 15

*

Traigo los ojos cansados,
picoteados por la desilusión y el desengaño.
Estoy aquí tendido en el suelo,
como siempre,
lamiendo las heridas con bolos de saliva,
lejos de gente guapa y sonriente.

Me muero una y otra vez,
levanto mi traje de carne
y lo paseo como perro viejo,
hasta caer de nuevo
en la picota de mi propia cárcel.

Me limpio,
me relimpio
como limpio a un muerto,
a lengüetazo vivo,
intentando raspar,
pulir, abrillantar
esta piel que me encierra
en la nada de la nada.

Huyo de mi nombre
que no es otro
que el que me callo,
que no es otro
que el que me cosen
en cada centímetro
de mi cadáver.

Me gasto en el suelo
esperando a que se
me hielen las sienes,
esperando a que se
llene el vaso de vino blanco.

Sé de aquellos que repiten
el dialogo una y otra vez
con la vana esperanza
de ser tolerados,
que fingen ser gente
imitando opiniones
imitando frases.

Que beben copas de vino blanco,
para por la noche echar un polvo.

La vida es así,
un rumor de amor vendido
a tantos centavos el cacho,
y aún así,
te devuelven el beso partido.

Quisiera que no me dolieras tanto,
porque, aunque ya no estés,
te veo y te oigo.
He muerto tanto
que apenas siento
la angustia de irme de lado,
con un vaso en la mano.

*

No hay comentarios: